lunes, 21 de abril de 2025

 Well, well, well...Diecisiete años han pasado desde que asomé mi timidez a este vasto mundo del blog. Mucho ha cambiado el mundo, bloggero y no bloggero...y yo volviendo a los diecisiete, querida Violeta...linda la versión de tu hijo Ángel. 

La ola, la pequeña ola, ha navegado muchas mareas, roto en cascos de buques y rocas, se ha deshecho y recompuesto en ese continuo vaivén oceánico, cercano a costas y mar adentro...y ahora, como nunca antes, ha dejado de verse en su individualidad, en su limitada existencia como parte del oleaje...y se siente mar infinito, océano insondable, brillante superficie en calma chicha y a pleno sol, rompiente que ruge en el acantilado, océano sin nombre...para qué dar más calificativos de lo que fluye, no importa cómo...

He necesitado volver a esto que comencé hace tanto y nada. Porque mi concepto del tiempo es cada vez menos determinante/limitante, más compañero de la cotidianidad. 

¿Cuánto me queda? ¿Cómo lleno lo que me queda? ¿Qué quedará cuando nada quede? Qué preguntas tan tontas se hace una cuando piensa que tiene demasiado tiempo ante sí...

Quiero compartir. Historias pequeñas, pensares y sentires. Creo que esa fue mi básica y original vocación, allá en mi adolescencia y primera juventud: contar historias. No le hice caso, no la atendí. Creí que otras ocupaciones podrían ser más relevantes...y confundí ocupación con vocación. Aún estoy a tiempo de contar, susurrar, compartir historias.


miércoles, 10 de marzo de 2010

Me he asomado de nuevo al ojo de buey de mi camarote. Hace mucho que la marejada y la calma chicha se alternan y yo parezco navegar entre ellas en una especie de "ecuánime" balanceo.

Hoy paso el día en casa porque el catarro no me permite incorporarme al enloquecido ritmo de ahí fuera. Es de agradecer a este micromundo de virus y sistemas inmunológicos...porque cuando se te ha escapado la guagua y te quedas ahí parado, con toda tu programación diaria volando en el espacio infinito...qué te voy a decir, ya lo sabes, es UNA GOZADA.

Quiero compartir que últimamente, incluso en mis más íntimos momentos en Zazen, me acosa el agobio que me produce la impermanencia.
Son épocas, claro está. Normalmente vives la impermanencia, duermes y comes con ella, está tan aceptada e integrada que ni la piensas...pero surgen a veces esas épocas en que, por demasiada interiorización invernal, por sucesos que predisponen a ello, o por lo que sea, se te rebela lo más profundo contra ese dichoso final de todo. Y se te mezclan tristezas con rebeldía, angustias vitales con soberbia, preguntas atropelladas con el silencio más sordo...

Esto pasa cuando el mundo de los fenómenos te agarra con guante sensual y no te suelta. Ahí estoy ahora, en ese quiero y no puedo.

El mar de invierno es traidor. Precioso, pero no es de fiar.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Tarde fría de inicio

Bien! Esta es una tarde fría de diciembre... un buen momento para comenzar un blog personal(mi primera experiencia como blogger...!).

La ola es el mar... porque así es, aunque ella no lo sabe... La ola es el océano mismo, es el todo siendo la parte... no existe diferencia, es sólo cuestión de percepción, de interpretación. La ola incluye los cinco océanos, los diversos mares, los afluentes que han vertido sus aguas empezando en la montaña. La ola, si no pensara en lo pequeña que es, podría darse cuenta de lo inmenso de su ser, de su siendo...

Una ola del Atlántico barriendo alegremente en el frío diciembre...

Bienvenidos a todos los que os asoméis a esta página.